REGALO ABRAZOS, ALGUIEN LOS QUIERE

Una noche caminaba por las calles de Córdoba en España, como acostumbraba en los primeros días de mi estadia en esa ciudad, tratando de conocer al máximo el lugar que me iba a acoger durante un mes y donde tenía que desenvolverme sola.
Era un día de semana, cerca de las 7 de la noche, las personas caminaban apuradas en regresar a sus casas, mientras otras entraban y salían de los centros comerciales; yo por mi parte disfrutaba la caminata con la mayor tranquilidad y tiempo del mundo tratando de memorizar el nombre de las calles y los sitios que podría frecuentar.
Camine largo rato abstraída en todo ese movimiento, hasta que comencé a sentir nostalgia de los míos, el no tener a alguien con quien comentar lo que veía o simplemente que me escuchara. La sensación de soledad me invadía, pero algo llamó mi atención. Pasos más adelante, en medio de tanta gente divise a cuatro jóvenes, que se acercaban a las personas tratando de hablar con ellos, algunos ni los miraban, otros se detenían y los escuchaban, y otros los abrazaban efusivamente. Como aun estaba lejos, no creo que estuvieran pidiendo limosna, pensé...A medida que me acercaba donde estaban, la curiosidad me invadía, hasta que uno de ellos me vio y se paró delante mío. Mis dudas se disiparon y solo atiné a sonreir y decir que sí; inmediatamente, recibí un fuerte y largo abrazo, que luego agradecí.
Este joven estaba con tres amigos más y llevaban colgados en sus cuellos unos carteles que decían REGALO ABRAZOS, yo los acepté sin vacilar, simplemente en ese momento tenia la necesidad de sentir cariño, en una ciudad desconocida y lejana de la mía.
Recuperada ya de este inesperado y sorpresivo momento, y luego de una breve presentación, conversé con el que me regaló el abrazo: Antonio.
- Dime Antonio, ¿Por qué hacen esto?¿Qué los motiva?
- La verdad, podríamos estar haciendo cualquier otra cosa, en un bar, con los amigos, pero nosotros también necesitamos dar cariño y sentir calor humano, tú te sientes sola porque estas lejos de tu país, sin embargo nosotros nos sentimos solos, por que somos invisibles en nuestro propia ciudad, cada uno vive en su propio mundo, nos estamos individualizando que no vemos más alla de nosotros . Habrás visto que no todos nos reciben bien, nos miran mal y otros se pasan de frente.
- ¿Porque crees que son indiferentes?
- (Sonrie)...No les pareceré majo ( Risas)…Es que cada uno se preocupa por trabajar hacer dinero, vivimos como robotizados, y de pronto si alguien se te acerca y te dice me das un abrazo te resulta ilógico.
- Y aun así seguirán regalando abrazos, aunque los vean como locos... Le pregunté
- Si, lo hacemos dos veces por semana, hay algunos que los reciben bien como tú, y otros que no, no nos importa, al final nosotros nos sentimos bien por aquellos que nos dan un abrazo y que sentimos que compartimos esa necesidad de tener cariño y de sentir que pertenecemos a un lugar donde vivimos seres humanos y no máquinas de hacer dinero.

Me despedí de los chicos, luego de una repetición de abrazos, les agradecí por devolverme las fuerzas para pasar este mes separada de los que más quiero y por enseñarme que la sensación de soledad no depende de tener cerca a los tuyos, sino que trasciende al espacio donde vives, donde cada vez te haces mas invisible, mas en ciudades desarrolladas donde el ritmo de vida es mas agitado y hasta cierto punto se rige por la premisa: Vivir para trabajar.


 

Regalémonos mas abrazos, contagiémonos también de la necesidad de hacer nuestros lugares más humanos, y hacernos visibles para los demás. Dar un abrazo, no cuesta nada.

Publicado porRina_ en 11:11 1 comentarios